Poder para sanar

CORAZÓN MÍO

No te he prestado la atención que debería, o mejor dicho, la atención que necesito prestarte para que mi vida, de verdad, tenga sentido. Ahora quiero restablecer mi relación contigo. Siempre he creído más en lo que me decía mi mente que en lo que tú querías contarme a través de tu latido. Siempre, por miedo, quise dejar a un lado todo lo que sientes porque sentir no podía ser tan importante, porque para vivir sostenida en ti, tendría que haber sido valiente, y yo siempre fui cobarde y tuve miedo de dejarme llevar por ese mundo intangible e incomprensible que representan los sentimientos, ese espacio repleto de colores, algunos brillantes y otros, oscuros.

Me he esforzado mucho por encontrar sentido desde la mente, he buscado entre los porqués y entre miles de razones y de motivos, pero ni mi mente ni mis pensamientos tienen el poder ni la fuerza para guiarme por esta experiencia. Siempre fue más cómodo para mí quedarme enganchada en las dudas de la mente que darme la posibilidad de cerrar los ojos y llamar a tu puerta. Ahora me doy cuenta. Ahora sé que, cuando vivo sintiendo, sin filtros y sin juicios, obtengo todas las respuestas.

Tú, corazón mío, representas el centro de mi existencia, la pura consciencia. Tú me conectas con el ritmo de la vida, con el latido de mi Padre Divino, pero también tienes tus exigencias. Para vivirte, es necesario desprenderme del miedo a sentir lo que sea, sin límites, peros, juicios o barreras. Tú, corazón mío, te abres solo si yo me entrego y encuentro el valor de sentir todo lo que siento.

Sentir, sentir es el único camino. Es la única posibilidad de estar realmente vivos, de generar vínculos capaces de sobrevivir a la muerte, de podernos romper en pedacitos, y aún así, encontrar la manera de reconstruirnos. Sentir es la única posibilidad de descubrir nuestro poder para sanar. Un poder que va mucho más allá de cualquier idea que nuestra mente pueda imaginar. Solo a través del corazón, podremos saber qué necesitamos y cómo dárnoslo. Solo el corazón puede guiarnos. Solo una vida vivida de todo corazón nos dará la fuerza y la vitalidad que andamos buscando.

Es hora de vivirte, corazón mío.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Andrew Sharples

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